30 de septiembre de 2009

Setentero

Estaba revisando la ropa que le he hecho a la Fran para el verano y me di cuenta de que había solo un vestido, así es que, obvio, decidí hacerle otro.

Encontré un molde Simplicity medio setentero, con bolsillos delanteros y amarrado atrás con dos cintas largas.

Como el género celeste que tenía era medio fome, usé un retazo de un color un poco más vivo para los bolsillos y la parte superior.


El molde tenía la opción de ponerle mangas cortas o tiritas. Escogí la segunda opción para que no terminara pareciendo un delantal de jardín infantil.


¡Y listo! Fácil y bonito. Los botones de adorno en los bolsillos decidí ponerlos al final, cuando me acordé de que los tenía guardados desde hacía tiempo y me di cuenta de que combinaban perfecto. ¿Qué tal?

27 de septiembre de 2009

Mijita, tápese los hombros

Toda niña recibe esa orden al menos una decena de veces en la vida. De acuerdo, a mí jamás me mijitearon y nunca me trataron de usted, pero que me pidieron que me tapara, me lo pidieron.

En verano nadie quiere ponerse chalecos ni polerones, y menos si eres un niño. Da lo mismo que esté el fresco afuera. La idea es taparse lo menos posible.

Por eso decidí inventarle un bolero a la Fran. No para que lo cante, sino para que se lo ponga. Adapté un molde de chaqueta que ya tenía, lo acorté y eliminé cuello, bolsillos y demases. Así de simple.


Como no necesitaba mucho género, usé un retazo de chintz que tenía guardado y lo usé al revés para que no se viera el brillo. Para los bordes hice mi propio sesgo con el mismo género y, aunque no debería decirlo, me quedó perfecto. El botón salió de mi creciente colección y así, en una tarde, el bolero estaba listo.


Es probable que le haga un par de boleros más en distintos colores para que combinen con otras poleras y vestidos. Ya veremos.

24 de septiembre de 2009

Pistacho

Pocos colores son más veraniegos que el verde pistacho. Y en mi última salida a comprar telas, encontré dos generos de ese color: uno liso y otro con cuadritos blancos. Ambos me hicieron ojitos así es que no me quedó otra que comprarlos.

Quería hacerle a la Fran una polera manga corta porque me di cuenta de que todo lo que le había hecho hasta ahora para el verano era sin mangas. Elegí un molde Simplicity bien lindo, ancho y con canesú para aprovechar los dos géneros. El único problema es que tenía cierre atrás, lo que no siempre es práctico para una niña porque significa que va a necesitar ayuda para ponerse y sacarse la polera. Pero qué más da. Acá siempre hay alguien dispuesto a ayudar.


En un momento dudé en ponerle las mangas, porque se veía muy bien así, sin nada. Por eso las hilvané primero para ver cómo quedaban y al final terminaron por convencerme.

El molde sugería poner cuatro botones de adorno en el canesú. Ya los había comprado y todo, pero finalmente decidí no ponerlos.


También iba a hacer una falda que le combinara a la polera, pero revisando la ropa que ya tiene la Fran me di cuenta de que hay algunas que ya le combinan. Así puedo aprovechar el resto del género para otra cosa (tal vez un vestido) y empiezo a usar más de los que tengo guardados. Es que así como voy me voy a quedar sin plata y sin clóset para guardarlos. ¡Auxilio!

20 de septiembre de 2009

La chica de rojo

Hace unas semanas conversaba con la Fran acerca de las combinaciones de colores en términos de ropa. Ella me decía que el rojo combina perfectamente con el rosado y yo le decía que no, que de ninguna manera. No sé si soy solo yo, pero creo que el rojo y el rosado no pueden ni deben ir juntos. Nunca jamás.

Por eso, cuando decidí hacerle una polera roja sin mangas, supe que tenía que hacerle también alguna prenda que le combinara como para hacer un conjunto y presentárselo como tal, evitando así que la polera roja terminara siendo usada con algo rosado. Díganme maniática (sé que lo soy).

El molde de la polera venía con el molde Butterick de los pescadores que hice hace algunos días y me pareció muy linda porque se veía ancha y bien fresquita.


No me costó nada hacerla porque no tenía botones, cierres ni nada por el estilo sino una espalda elasticada y breteles ídem.


Para combinar, decidí hacerle una falda pantalón. Ella tuvo una hace un par de años y según Eugenio le gustaba mucho, pero obviamente ya no le sirve ni de pañuelo. De paso, me pareció una buena idea porque es mucho más cómoda que una falda tradicional.

Para hacerla usé un molde Simplicity. Nunca había hecho una falda pantalón y por lo mismo nunca me había preguntado cómo se hacía una. Pues bien, descubrí que es lo más simple del mundo: haces un par de shorts y le pones un rectángulo adelante que va cosido en uno de los lados y en la cintura. Así de fácil.


Ahora la Fran tiene su nueva tenida roja para evitar futuras discusiones. Y de paso, no se le levantará la falda como a aquella otra mujer de rojo, lo que a sus tiernos siete años sería simplemente impresentable. Toda una señorita.

14 de septiembre de 2009

Pescador a tus pescados

¿Por qué los pescadores se llaman así? Siempre me lo he preguntado y no tengo la menor idea. Me refiero, claro está, a los pantalones que llegan a la pantorrilla y no a quienes se dedican a extraer del mar ciertas especies que algunas personas osan llevarse a la boca (¡guácala, puaj, puf!).

El punto es que la Fran tiene un par de pescadores que le encantan y por eso decidí hacerle otro. Encontré un molde Butterick que me pareció un buen desafío porque incluía bolsillos laterales tipo cargo, bolsillos superiores elasticados y cierre + botón. Hasta ese momento, todos los pantalones y shorts que había hecho tenían solo un elástico en la cintura, porque no me había atrevido a ir más allá. Cada vez que miraba mis propios pantalones con cierre me sentía un poco intimidada al imaginarme haciendo algo así. Pero siempre hay una primera vez para todo y esta vez decidí lanzarme a la vida.

En general, los pantalones eran facilísimos e incluso los bolsillos fueron más simples de lo que parecían.


Pero al llegar al temido cierre, la cosa se puso complicada. No es que fuera particularmente difícil, pero obviamente es un proceso que toma varios pasos y exige bastante pulcritud. Por eso leí las instrucciones varias veces antes de seguir y me preocupé de hacerlo con calma.

Al final salió todo bien. No hay fotos del proceso porque estaba tan concentrada con el cierre que francamente ni me acordé de la cámara.

La pretina con el botón sí que fue fácil, como cualquier otra. Lo que resultó inesperadamente odioso fueron las cintas en la basta. Las hice un poco más anchas de lo que debía y se me doblaron tres alfileres de gancho al tratar de pasarlas por dentro.


Y he aquí el resultado.

Sí, lo sé, se ven un poco amorfos, pero eso es porque uno está acostumbrado a ver pantalones de piernas más largas y estos parecen achatados. Pero tendrán que creerme que de amorfos no tienen nada.

11 de septiembre de 2009

Fucsia

Eugenio me cuenta que el gusto de la Fran por las patas se remonta a la emisión de una teleserie del 13 donde la protagonista era una niña que siempre las usaba. Con faldas, con poleras largas, con vestidos o con lo que fuera. Y claro, la Fran no podía ser menos. Claro que en esa época (hace algunos años ya) no era tan fácil encontrar patas para una niña tan chica y siempre le quedaban grandes. Pero al parecer, a ella no le importaba, si la gracia era verse cool.

Supongo que ahora sí le importaría si las patas le quedaran grandes, pero afortunadamente los fabricantes de patas comprendieron que debían hacerlas para niñas de todas las edades, así es que no es difícil encontrar en su talla (y de paso, la Fran está más grande, por lo que es más fácil aun).

Por eso, cuando vitrineaba moldes en Internet y me topé con uno muy lindo para una polera larga pensada precisamente para usar con patas, lo compré sin pensarlo dos veces.


Decidí usar uno de los géneros elasticados que había comprado en el Apumanque, que de paso combinaba con un retazo que tenía guardado desde el verano pasado. Me encantó poder usar ese retazo, porque era precioso pero no tenía suficiente como para hacer una prenda entera, y ahora solo necesitaba un poco.

De la fabricación no hay mucho que decir. Fue relativamente fácil, considerando que las telas elasticadas no se llevan muy bien con mi máquina. Debo decir, eso sí, que de ahora en adelante voy a evitar usarlas (dentro de lo posible) porque, hasta que no tenga una overlock, siempre va a surgir un problema en el camino y francamente me da lata coser y refunfuñar al mismo tiempo.


Tengo la impresión de que la polera puede haber quedado un poco larga, razón por la cual decidí no hacerle la basta (y no por flojera, nada que ver). Así, puedo acortarla más adelante. Y esa es tal vez una de las grandes ventajas de las telas elasticadas: no se deshilachan y uno puede ahorrarse las bastas cuando se acabó el hilo/existe algún apuro por terminar/es tarde y qué más da.

2 de septiembre de 2009

Adicción

Estoy preocupada. No puedo parar de coser. A este paso la Fran va a tener más ropa de la que va a alcanzar a usar. Es una verdadera adicción. ¡Auxilio!

El verano pasado mi suegra me regaló un género floreado muy lindo pero que tuve guardado todo el invierno sin saber muy bien qué hacer con él. Me pareció que una polera manga larga se vería demasiado formal y por eso decidí esperar hasta que surgiera una buena ocasión para usarlo. Y bien, ahora llegó esa ocasión.


Tomé una variación del molde McCall's para la polera de cuello halter que hice hace poco, esta vez con escote cuadrado. Precisamente debido al escote, este molde exigía un forro completo de la polera y el género me alcanzó justo. Pero así, justo justo.

Recordé que tenía una cinta naranja que había guardado en el último cumpleaños de mi mamá (que era parte del envoltorio de uno de los regalos que recibió) y quedó perfecta. Ya viene la foto.

Como ya tenía pensado hacer unos shorts que le vinieran (porque una polera floreada en tonos naranjos no se combina así como así con cualquier cosa), usé el molde que venía con la polera y que era de lo más simple, con elástico en la cintura y sin cierres ni botones complicados (particularmente útil cuando la usuaria de la prenda no está ahí con la costurera para probársela a medida que avanza el proceso).

(No, esos no son los shorts terminados. A la niña no se le perdió el caballo ni la moto. Es el curioso aspecto que tienen en un momento determinado de su fabricación.)

Para los shorts usé un algodón elasticado que no me trajo ningún problema (recordemos el episorio de la polera amarilla) porque ya sabía qué tenía que hacer y qué no. Eso sí, decidí modificarlos un poco porque eran muy largos de tiro, para que quedaran a la cadera.

Y listo. Tan simple como eso.


Con respecto a la adicción, no pretendo rehabilitarme por el momento. Tengo hartos proyectos en mente y bastantes moldes por usar. Menos mal que no tengo hijos, porque con el tiempo que paso cosiendo se los llevaría el Sename acusándome de negligencia y terminarían siendo amigos de Cisarro y compañía. ¡Horror! Mejor seguiré cosiendo mientras pueda.