31 de agosto de 2009

De vuelta a la normalidad

Tras el lapsus comentado en mi útima entrada, rápidamente he vuelto ha ser la de antes, esta vez con un proyecto que casi me saca de quicio.

Quería hacerle a la Fran una polera con tiritas y encontré un molde Burda perfecto acá. La polera estaba pensada para géneros elasticados, así es que elegí el algodón amarillo que había comprado hacía poco. El verano pasado ya había hecho algunas cosas con una tela parecida y sabía que sin una overlock son un verdadero cacho, pero quise intentarlo de todos modos. Total, después de varios meses de práctica, no podría ser taaan difícil.

Error. Las máquinas de coser comunes y silvestres simplemente no se llevan bien con nada que se estire. Que el tipo de aguja, que la puntada en zigzag, nada de eso sirve. La tela se mueve donde quiere, se arruga, se queda pegada, se la traga la máquina y se niega a cooperar.

Estaba a punto de mandar todo a la "·$%/() cuando decidí, como último recurso, volver a buscar por enésima vez algún dato en Internet que me salvara la vida. Y por arte de magia, escondida en un foro que no había visto antes, estaba la información que necesitaba: para poder coser telas elasticadas, poner un pedazo de papel de seda o papel mantequilla sobre y bajo el género mientras se cose. La máquina no estira el papel y después solo hay que arrancarlo despacito.

Lo intenté y de inmediato cayeron sobre mí serpentinas, challas y globos. Era tan fácil como eso.


Por supuesto, después de tamaño logro fui tan feliz que decidí hacer una falda que combinara. Encontré un molde McCall's fácil fácil, sin cierres ni nada complicado, y en una tarde ya estaba lista.


Las mostacillas de madera se las robé pedí a la Fran. ¿Qué tal?


Igual quiero una overlock. No lo voy a negar.

25 de agosto de 2009

El cura Gatica

Todos nos mordemos la lengua de vez en cuando. Y he aquí el ejemplo perfecto.

Más de alguna vez me han escuchado despotricar en contra del estilo princesitaniñitabien. Que es fome, que es anticuado, que no es cool, que pitos y flautas.

Pues bien, el fin de semana fui al Apumanque en busca de géneros para la ya anunciada temporada estival (con el gentil auspicio de mamá y papá), con la idea de comprar algo bien colorido y alegre. Ya que el Apumanque está bien lejos de ser el lugar para ir a comprar géneros, no había mucho para elegir, pero logré dar con unos algodones elasticados bien chillones que eran exactamente lo que buscaba. Y estaba a punto de darme por satisfecha cuando veo unas letras grandes de OFERTA que apuntaban a un poli/rayon que cualquier otro día habría pasado por alto. Pero algo me dijo que no, que lo mirara y lo considerara. Lo hice y, en un acto de locura, lo compré. Uno rosado claro y uno verde ídem.

De vuelta en la casa y con algo de cargo de conciencia, me dediqué a buscar algún molde apropiado. No me costó mucho encontrar el epítome del vestido domingoderesurrecciónprimeracomunión, y en mi segundo acto de locura del día, también lo compré.

Después de eso no me quedaba otra que fabricar tan insólita prenda (insólita para mis estándares, claro está). Y así, en mi tercer y último acto de locura del día, lo cosí. Debo admitir que este último episodio de delirio tardó dos días y medio. Y aguanté de lo más bien.

No voy a negarlo. El vestido me encantó. Tiene una caída preciosa (¡horror! jamás creí que alguna vez usaría esa expresión) y me hizo dar saltitos de alegría cuando lo terminé.

Para mi tranquilidad, el próximo proyecto que tengo en mente es una polera de tiritas medio playera y bien informal. He vuelto a ser la de antes.

Y no, no hay fotos del proceso. El estado de trance por el que pasé me impidió pensar siquiera en tomar la cámara para registrarlo.

22 de agosto de 2009

Halter


La vida de una funda de almohada puede llegar a ser muy interesante. Pero hay una funda en particular cuya vida dio un giro inesperado y terminó siendo algo que pocas sueñan ser.

Esta semana decidí cerrar la temporada de costura otoño-invierno y empezar con las falditas/poleritas/vestiditos veraniegos. Mucho más entretenido y mucho menos género. Y como a la Fran le gusta cualquier prenda que se vea "adulta", dicidí comenzar con una polera cuello halter (¿alguien sabe cómo se dice eso en castellano sin tener que usar más de cinco palabras?)

Compré un molde McCall's que además de una polera cuello halter incluía un vestido y pescadores desde la talla 7 a la 12. Es que hay que pensar en el futuro y comprar moldes crecedorcitos, quiridi. Y como no tenía ningún género apropiado, recordé que teníamos una funda de almohada que nunca había salido de su envoltorio y que podía alcanzar para la polera.

Tomé las medidas y ¡voilà! Alcanzó perfecto.


Definitivamente lo más difícil fue el cuello. Leí las instrucciones para poner la cinta en el escote en inglés y en castellano, las analicé, las volví a leer y la volví a analizar. Pero no había caso. Nunca había visto algo tan innecesariamente enredado. Las instrucciones eran tan crípticas y la ilustración me dejó tan boquiabierta que opté por seguir mis instintos y ponerla como pondría normalmente una cinta al bies. Bien por mis instintos.


A última hora recordé que no tenía elástico pero, una vez más, Pecky me salvó la vida.


Y así, en menos de un día la Fran ya tenía su primera polera para los próximos días de calor.

9 de agosto de 2009

La chaqueta de pantalón

Siempre me ha llamado la atención que mucha gente se refiere a las chaquetas de mezclilla como "chaquetas de jeans". Como si los jeans fueran algún tipo de género. Pues bien, la Fran va más allá y las llama "chaquetas de pantalón".

Hace un par de semanas encontré una mezclilla bien linda, oscurita, en la tienda de géneros de Providencia con Manuel Montt. Estaba baratísima y al tiro supe que tenía que llevarla para hacerle a la Fran una linda chaqueta de pantalón.

Compré un molde Burda en este sitio y, nuevamente, me dediqué una tarde entera a imprimir, recortar y pegar.


Debo admitir que empecé un poco asustada porque la chaqueta era más complicada que las que había hecho antes (o sea, 16 piezas para una sola chaqueta yo creo que asustan a cualquiera), y porque nunca había trabajado con mezclilla. Pero poco a poco todo fue tomando forma y al final no fue el parto que pensé que sería.


Tal vez lo más complicado fueron las solapas. Nunca había hecho nada con solapas y jamás se me habría ocurrido que para lograrlas era necesario coser tantas piezas y en ángulos tan extraños. Quizás por lo mismo me demoré varios días en coserlas y me leí las instrucciones tantas veces para evitar equivocarme que al final ya podía recitarlas de memoria.


Otra cosa que me tomó tiempo fueron las sobrecosturas. Porque claro, ninguna chaqueta de mezclilla puede ser una digna chaqueta de mezclilla si no lleva sobrecosturas en un color contrastante en todos lados. Y no es que fueran difíciles, pero lograr dos corridas paralelas a lo largo de todo el borde y siguiendo una cantidad de curvas que ya me quisiera yo requiere mucha, pero mucha paciencia. Afortunadamente paciencia me sobra y, modestia aparte, me quedaron picho caluga. La elección del color rosado fue lo más fácil de todo. Es que el rosado nos encanta.


Debo decir que la chaqueta me encantó. Creo que es lo que mejor me ha salido hasta ahora.Y la verdad es que ya me quisiera una para mí. (Nuevamente, mi cámara es la culpable de que los colores no se vean como realmente son. El color real es un azul oscuro, tipo... tipo... tipo azul mezclilla, claro.)