25 de julio de 2009

¡Y olé!

A la Fran le encanta cualquier cosa que esté hecha en un género con lunares. Y yo, casualmente, tengo bastantes de esos géneros en mi colección. Decidí hacerle algún tipo de polera manga larga y encontré un modelo burdo Burda bien lindo aquí. La gracia de esta página es que pagas bien poquito (en este caso, menos de 3 dólares), te mandan el molde por mail y tú lo imprimes en tu casa (o en la de tu mamá si tu impresora no tiene tinta). Además, estos moldes vienen en varios tamaños, así es que tú lo compras una sola vez y lo puedes seguir usando a medida que el niño crece (los niños tienden a hacer eso).


Así es que me pasé un par de horas imprimiendo unas buenas treinta hojas, armándolas como rompecabezas con harto scotch y luego recortando cada pieza. Como estoy con harto trabajo por estos días, un par de horas diarias es lo máximo que me permito para esto. Y así, cosiendo de a ratitos, la polera me tomó cuatro días.


¿A quién no le ha pasado que después de mucho tiempo haciendo algo descubre por casualidad la manera de hacer lo mismo de manera mucho más fácil, y piensa que podría haberse ahorrado tanto tiempo y esfuerzo si lo hubiera descubierto antes? Bueno, no sé por qué, pero yo siempre había tenido problemas con las mangas. Me negaba a creer que la mejor manera de montar una manga era cerrarla primero y después unirla al resto, y por eso siempre lo hacía al revés. Con esta polera me disponía a hacer lo mismo cuando un rayo me iluminó de repente y me di cuenta de la gracia está en la manera en que montas la manga, dándola vuelta y metiéndola dentro de la otra pieza. Así todo encaja perfectamente y puedes coser la bendita manga con los ojos cerrados. Inmediatamente amé al mundo y todo ser vivo que habita en él. Es que el problema de ser autodidacta es que nadie te dice estas cosas y tienes que darte cuenta solito, así, de repente.

Tal vez por lo mismo, lo bueno de coser algo usando un molde hecho por profesionales y que trae instrucciones detalladas es que si haces lo que te dicen, la única posibilidad es que te salga bien. Es que cada cierto tiempo dudas de lo que estás haciendo y te ves con un objeto de género que parece cualquier cosa menos una prenda de ropa, pero luego lees el paso siguiente que dice "delo vuelta y plánchelo", lo haces y ¡tatáaaaaaan!, ante ti aparece una belleza y todo te hace sentido.


A mitad de camino, cuando la polera ya parecía tal, empecé a dudar acerca de la elección del género. Es que en esta polera, las mangas terminan en unos volados medio grandotes, y temí que terminara pareciendo una blusa medio tropicalona. Y cuando la polera ya estaba lista, descubrí que lo que había hecho era en realidad una polera flamenca.


Consulté con el padre de la niña y me aseguró que no tenía nada de flamenca ni tropical. Es tan reconfortante tener a alguien que te diga exactamente lo que quieres escuchar. Habrá que esperar a ver qué opina la niña. Tal vez incluso le guste la idea y decida usarla con unos aros grandes de argolla y el pelo hecho un tomate.

15 de julio de 2009

Sírvase un cotelé

El desafío de la semana era hacerle a la Fran un par de pantalones simplificados al máximo (¿o sería al mínimo?), pero sin que terminaran pareciéndose a la parte de abajo de un pijama.

Elegí usar el cotelé rojo que había comprado hace un tiempo en el centro. Nada más invernal que los pantalones de cotelé, y si consideramos que el invierno como que está queriendo irse (¿o es idea mía?), me pareció apropiado usarlo antes de que sea tarde. Ya, está bien, lo acepto. Simplificar un par de pantalones usando cotelé, que no es la tela más dócil, no tiene mucho sentido. Pero al igual que a Libertad (ídola), a mí me gustan las cosas complicadas simples.

En fin. Fui a Pecky a buscar hilo, elástico, una aguja y botones por si acaso. Por si acaso los botones; el resto lo necesitaba. Paréntesis. Me encanta ir a Pecky y ver cómo todo está dentro de cajas de zapatos o envuelto en plástico y amarrado con un cordel. Me encanta salir de Pecky con mi bolsita en la mano (que nunca es del mismo tipo que la vez anterior) y sin boleta. Cierre de paréntesis.


Quería hacer el pantalón con solo cuatro piezas, pero a mitad de camino decidí ponerle bolsillos traseros (por eso los botones). El tiro es un poco alto, y sentí que necesitaba algo a mitad de camino. Pero como en los pantalones infantiles los bolsillos sirven para almacenar comida, tierra y objetos no aptos para lavadoras, los hice puramente decorativos. Ornamentales. Falsos. Já.


De ahí en adelante todo marchó como avión. La pretina es solo una prolongación de las piernas, así es que ni para eso me tuve que cabecear. Y afortunadamente recordé poner un elástico más corto. La cría es más bien delgadita y el estilo Cantinflas no le sienta.

Y así, en menos de una tarde, el pantalón ya estaba listo. Creo que me demoré más en limpiar las pelusas rojas que en cortar, coser y planchar. Los bolsillos quedaron un poco más arriba de lo que me habría gustado, pero qué más da, si total a su tierna edad la usuaria aun no descubre la técnica de mirarse el trasero en el espejo.



Mi cámara no me quiere. Insiste en mentir sobre colores y texturas. Después de unos veinte intentos (por lo bajo) con distintas luces y posiciones, no pude lograr que las fotos mostraran la verdad sobre el famoso pantalón. Qué se le va a hacer.

3 de julio de 2009

Cuando no estoy cosiendo

Cuando no estoy cosiendo, por lo general estoy pensando en cuál será mi próximo proyecto de costura. La semana pasada, por ejemplo, estuve pensando en los pantalones rojos de cotelé que le quiero hacer a la Fran (y si voy a usar el mismo molde de los pantalones morados que ya tiene, si le voy a poner bolsillos delanteros, si me alcanzará o no el elástico para la cintura que ya tengo, si el hilo rojo que hay en mi costurero será del mismo tono que el género o si voy a tener que aprovisionarme a Pecky).

Durante los últimos días, sin embargo, no he estado cosiendo ni pensando en qué voy a coser, sino que me he dedicado a la confección de otro tipo de ropa, a saber:


Notarán que mi máquina de coser está guardada. Y notarán también (o tal vez no) que el bueno de Eugenio se ha dedicado a enseñarme cómo manejar Illustrator. Es que con el futuro marido estamos preparándonos para abrir nuestra propia tiendita en Etsy con PDFs descargables de todo tipo (más información a futuro).

Y como soy pegada, se me ocurre que mi máquina de coser va a descansar más de lo usual en los próximos días/semanas/meses y que mi computador va a terminar pidiéndome licencia por estrés. Lo más probable es que los pantalones de la Fran se demoren un poco en ver la luz, pero me niego a sentir culpa. A estas alturas su clóset tiene más ropa que el mío y está bien lejos de correr el riesgo de tener que salir a la calle a poto pelao.

Veremos en qué resulta todo esto.