
Así es que me pasé un par de horas imprimiendo unas buenas treinta hojas, armándolas como rompecabezas con harto scotch y luego recortando cada pieza. Como estoy con harto trabajo por estos días, un par de horas diarias es lo máximo que me permito para esto. Y así, cosiendo de a ratitos, la polera me tomó cuatro días.

¿A quién no le ha pasado que después de mucho tiempo haciendo algo descubre por casualidad la manera de hacer lo mismo de manera mucho más fácil

Tal vez por lo mismo, lo bueno de coser algo usando un molde hecho por profesionales y que trae instrucciones detalladas es que si haces lo que te dicen, la única posibilidad es que te salga bien. Es que cada cierto tiempo dudas de lo que estás haciendo y te ves con un objeto de género que parece cualquier cosa menos una prenda de ropa, pero luego lees el paso siguiente que dice "delo vuelta y plánchelo", lo haces y ¡tatáaaaaaan!, ante ti aparece una belleza y todo te hace sentido.

A mitad de camino, cuando la polera ya parecía tal, empecé a dudar acerca de la elección del género. Es que en esta polera, las mangas terminan en unos volados medio grandotes, y temí que terminara pareciendo una blusa medio tropicalona. Y cuando la polera ya estaba lista, descubrí que lo que había hecho era en realidad una polera flamenca.

Consulté con el padre de la niña y me aseguró que no tenía nada de flamenca ni tropical. Es tan reconfortante tener a alguien que te diga exactamente lo que quieres escuchar. Habrá que esperar a ver qué opina la niña. Tal vez incluso le guste la idea y decida usarla con unos aros grandes de argolla y el pelo hecho un tomate.
